El hormigón impreso es un sistema decorativo donde se vierte hormigón fresco y se estampan moldes para recrear texturas y diseños (piedra, madera, ladrillo, baldosa…). Combina estética y alta resistencia, ideal para exterior (entradas, patios, piscinas, garajes) y también aplicable en paredes interiores por su versatilidad.
Si buscas rentabilidad, durabilidad y antideslizamiento, el hormigón impreso ofrece un look personalizado con mantenimiento sencillo. Abajo te explicamos cómo reparar fisuras y restaurar el color con soluciones DIY de Smartcret.
Ventajas del hormigón impreso
Durabilidad sobresaliente frente a tránsito y clima; se potencia con sellado periódico.
Antideslizante gracias a la textura de los moldes; perfecto en contornos de piscina.
Rápida ejecución (por profesionales) y puesta en servicio ágil.
Bajo mantenimiento: limpieza periódica y renovación de barniz cada 3–4 años.
Versátil: gran variedad de moldes, colores y estilos; también en aplicaciones verticales.
Resistente al frío/calor; ayuda a evitar encharcamientos y la aparición de malas hierbas.
Opción sostenible frente a otros recubrimientos de mayor impacto.
Limpiar y preparar: delimita la zona, retira polvo y grasa, y limpia con Smart Cleaner.
Mezclar mortero: añade 3 L de agua al recipiente e incorpora progresivamente 10 kg de Smartcover Repair. Mezcla a baja revolución, reposa 3–5 min y vuelve a mezclar.
Aplicar 2 capas: extiende la primera capa para cubrir grietas. Deja secar 4–6 h, aplica la segunda capa para nivelar.
Sellar: tras 72 h, revisa que no haya fisuras y protege con 2 manos de Smart Varnish Repair (4–6 h entre manos).